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l Instituto Nacional de Antropología e
Historia presenta en el Museo Regional Cuauhnáhuac – Palacio de Cortés: B´ak´tun
13. Legado Maya, exposición
fotográfica conformada por 37 imágenes de gran formato sobre la arquitectura,
urbanismo, y escritura jeroglífica mayas de las zonas arqueológicas de Yucatán,
Campeche, Chiapas, Tabasco y Quintana Roo, captadas en distintas épocas por los
fotógrafos Ignacio Guevara, Javier Hinojosa, Jorge Vértiz y Michel Zabé.
Durante más de 25 siglos (1000 a.n.e.-1523 n.e.), el sureste de
México y el de Guatemala, Belice, El Salvador y Honduras, fue testigo de la
fundación, auge y abandono de numerosas ciudades habitadas por los mayas. Urbes
antiguas como Palenque, Comalcalco, Tikal, Calakmul, Uxmal y Chichén Itzá, son
testimonios majestuosos de los logros artísticos, tecnológicos y en diversos
campos del conocimiento, alcanzados bajo el patrocinio de sus poderosas
dinastías gobernantes. Sus templos, palacios y juegos de pelota fueron
profusamente decorados con estuco modelado, pintura mural, estelas y relieves
de piedra en los que, por única vez en Mesoamérica, quedaron plasmados, a
través de escritura jeroglífica, los principales eventos en la vida de los
gobernantes, el devenir de sus deidades y el incesante fluir del tiempo a
partir de la fecha de creación del universo.
A través del desciframiento de la escritura maya ha sido posible
conocer el extenso conocimiento que tuvieron sobre matemáticas y astronomía, a
partir de los cuales fue posible el desarrollo del sistema calendárico. Este
último fue el instrumento para calcular acontecimientos importantes así como la
voluntad divina que dominaría una fecha determinada. Los pronósticos podían ser
interpretados por sacerdotes que mediante ritos propiciatorios trataban de
modificar de manera favorable el porvenir. En particular, las profecías asociadas
a los fines de periodo han atraído recientemente la atención por la idea
errónea de que se predijo el fin del mundo en el 2012.
Los textos jeroglíficos también aportan información sobre la
mitología y son fuente sustancial para la reconstrucción del panorama político:
identificación de glifos emblema, genealogías, eventos de guerra, alianzas
matrimoniales, sacrificio de gobernantes, prisioneros, títulos y cargos de
gobierno; asimismo, son indicadores de relaciones de parentesco, así como de
subordinación o igualdad.
La escritura formó parte de la cultura aristocrática y sirvió para
hacer propaganda política y religiosa. En ella registraron los principales
eventos como las referencias al nacimiento de los gobernantes, sus
entronizaciones, la designación de herederos, defunciones, rituales de veneración a las deidades o conmemoraciones de fines de periodo, entre otros.
URBANISMO MAYA
La ubicación
de los asentamientos, ya sea al pie de la sierra (por ejemplo, Palenque), a la
orilla de un río (Yaxchilán) o en medio de una zona sin corrientes
superficiales de agua (Uxmal o Chichen Itzá), propició la construcción de
numerosas obras de infraestructura para el funcionamiento de los edificios y el
abastecimiento de agua.
Existen
obras públicas como los acueductos de Palenque, las terrazas de nivelación
características de sitios como Yaxchilán, Bonampak y Toniná, la creación de la
aguada central que proveía de agua al núcleo urbano de Kohunlich o los
chultunes del norte de Yucatán, depósitos hechos para almacenar el agua de
lluvia. Otra obra de gran importancia fue la red de caminos (sacbeo’ob) que los mayas construyeron
para comunicar grupos arquitectónicos dentro de las ciudades e incluso entre
las urbes mayas, como aquel que une Cobá y Yaxuná, con una extensión de 100 km.
Estas obras
involucran un conocimiento especializado del medio ambiente y en consecuencia
de los materiales constructivos seleccionados, para los cuales desarrollaron
complejas técnicas de construcción. Otro considerable esfuerzo se requería para
el mantenimiento de las ciudades y edificios ante las inclemencias del medio
ambiente.
YUCATÁN
Durante la
primera mitad del siglo XIX se generó un gran interés por los sitios arqueológicos
mayas, gracias a los descubrimientos de John Lloyd Stephens y Frederick
Catherwood. Resultado de sus viajes y estudios, dieron a conocer a occidente
los monumentales edificios y esculturas de las antiguas ciudades mayas con la
publicación de dos diarios de viaje, ilustrados con dibujos de excelente
calidad y realismo. A partir de entonces, comenzaron las expediciones de
personajes, entre otros, de Charles E. Brasseur de Bourbourg, Augustus le
Plongeon Désiré Charnay, Edward H. Thompson, quien fue el primero en dragar el
cenote de Chichén Itzá. Hacia fines del mismo siglo, se llevarían a cabo los
importantes estudios de Marshall Saville en Labná y Teobert Maler, quien aporta
uno de los mejores registros fotográficos de un gran número de sitios, así como
un importante estudio arquitectónico. Dentro de este grupo de investigadores
extranjeros se encuentra también el arqueólogo inglés Alfred Maudslay, quien
efectuó siete expediciones a Centroamérica, entre las cuales dedicó un periodo
a Yucatán y en especial a Chichén Itzá.
En el ámbito
nacional, se realizaron investigaciones utilizando la vasta información
recuperada por los viajeros y estudiosos extranjeros, así como de los escritos
coloniales. Destaca el trabajo del historiador Eligio Ancona y, posterior a él,
la obra de Cresencio Carrillo Ancona, obispo de Yucatán, quien además de
realizar una de las obras más importantes de la historiografía de Yucatán (Historia Antigua de Yucatán) fue el
creador de un museo que reunía importantes manuscritos mayas y objetos
arqueológicos.
Después de
la Revolución mexicana (1910-1917) las instituciones extranjeras consolidan un
liderazgo en el campo de la arqueología maya de Yucatán, con investigaciones
intensivas en Chichén Itzá y desarrollando estudios en torno a la escritura
jeroglífica, etnografía, lingüística y filología. Eric J. Thompson es uno de
los mayistas más sobresalientes, uno de los primeros en conjuntar la
investigación etnohistórica con la arqueológica y su publicación de Catalog of Maya Hieroglyphs marcaría un
acelerado desarrollo del desciframiento de la escritura maya que continuarían
ampliando investigadores como Tatiana Proskouriakoff, Heinrich Berlin y Yuri
Knorozov.
En fechas
más recientes, se han realizado importantes trabajos tendientes a establecer
una secuencia ocupacional en distintas regiones de Yucatán, mediante un control
cuidadoso del trabajo de excavación y de un depurado análisis del patrón de
asentamiento. Además, se emprenden numerosas exploraciones y restauraciones
arquitectónicas en sitios como Uxmal, Kabah, Sayil, Dizibilchatun, Labná, Ek
Balam y Chichén Itzá, por parte de especialistas mexicanos.
CAMPECHE
El estado de
Campeche ocupa la parte suroeste de la península de Yucatán y se trata de una
gran planicie cárstica, es decir, que fue erosionada por el agua, en donde
subsisten amplias zonas de selva tropical. La parte sur occidental cuenta con
cuerpos de agua como los ríos Candelaria y Champotón y la laguna de Términos
entre otros. Más al norte, el agua de lluvia que penetra por filtración al
subsuelo y forma un sistema de drenaje subterráneo origina los cenotes (del
maya d’zonot), donde afloran las
corrientes por las fallas de la capa calcárea. Estos pozos naturales son la
base de la vida de la región, y a su alrededor se han instalado los grupos
humanos desde épocas prehistóricas. En esta zona se encuentran sitios tan
importantes como Edzná, Akanmul y Jaina, mientras que en el sur de Campeche se
localizan urbes como Calakmul, Becán, Placeres, Balamkú y Nadzca’an que
tuvieron una estrecha relación con otras entidades políticas de la región del
Petén guatemalteco.
En
particular, la confederación reconocida por el emblema de la Cabeza de
Serpiente, cuya capital fue Calakmul, jugó un papel muy importante en el
desarrollo de la región desde épocas muy tempranas. Las ciudades cuentan con
proyectos arquitectónicos monumentales, con suntuosas cámaras funerarias para
los altos dignatarios, edificios con fachadas decoradas con pintura mural así como mascarones y frisos de estuco
modelado. Calakmul es el sitio donde se ha registrado el conjunto más numeroso
de estelas y en la actualidad forma parte de la mayor reserva mexicana de
bosque tropical.
Tras el
ocaso de Calakmul en 695 a.n.e., surgieron cambios en la organización política
regional que promovieron otras tendencias estilísticas en la arquitectura, el
arte y la cerámica que han sido denominadas Río Bec y Chenes presentes en el
sur y oriente de Campeche y Puuc en el norte y que se producen entre los siglos
VII a IX.
CHIAPAS
En la
historia de la arqueología mexicana, Palenque ocupa un lugar destacado al ser
el primer sitio en el área maya en ser explorado. Hacia finales del siglo
XVIII, José de Estachería, gobernador general de Guatemala, territorio al que
pertenecía Palenque en aquel entonces, envió las primeras expediciones para
conocer a aquellos que habían construido la extraordinaria ciudad en ruinas,
así como para reconstruir su historia y formas de vida.
Durante el
siglo XIX numerosos viajeros como Guillermo Dupaix, Jean F. de Waldeck; John L.
Stephens y Frederick Catherwood, Désiré Charnay, Alfred P. Maudslay y Teobert
Maler, documentan importantes sitios arqueológicos en el estado de Chiapas,
despertando con ello el interés académico hacia esos enigmáticos vestigios. A
partir de entonces, se han
llevado a cabo numerosos proyectos arqueológicos sobre un variado mosaico cultural comprendido desde los primeros asentamientos agrícolas en la Costa de Chiapas −hacia 1700 a.n.e.− hasta los sitios olmecas, zoques y mayas, quienes a lo largo de varios siglos habitaron este complejo territorio de sinuosos contornos.
llevado a cabo numerosos proyectos arqueológicos sobre un variado mosaico cultural comprendido desde los primeros asentamientos agrícolas en la Costa de Chiapas −hacia 1700 a.n.e.− hasta los sitios olmecas, zoques y mayas, quienes a lo largo de varios siglos habitaron este complejo territorio de sinuosos contornos.
Las
poblaciones mayas estuvieron asentadas tanto en las tierras altas como el caso
de Toniná, Chinkultik y Tenam Puente, mientras que en las tierras bajas
destacan aquellas cercanas al río Usumacinta como el caso de Palenque,
Yaxchilán y Bonampak, ciudades sobresalientes por su arquitectura, por la rica
pintura mural conservada así como por los extraordinarios relieves
escultóricos.
QUINTANA ROO
Los mayas de
Quintana Roo compartieron una historia y un bagaje cultural común con sus
vecinos, pero desarrollaron rasgos propios y vivieron procesos históricos
específicos. La franja costera que comprende alrededor de 1000 km al oriente de
la Península de Yucatán, fue poblada por numerosos grupos durante el Posclásico
Tardío (1200-1550 n.e.) quienes aprovecharon los recursos naturales y las
condiciones favorables para el desarrollo de un sistema de comercio con rutas
marítimas y terrestres. El intercambio incluía productos locales como la sal,
miel, cera, cacao, copal, plumas, pieles y tejidos y se importaban herramientas
de piedra como la obsidiana así como jadeíta y metales como oro y cobre. La
región se distinguió por el desarrollo de tipos particulares de arquitectura,
cerámica y pintura mural y sitios como Tulum-Tankah, Conzumel, Xcaret, Xelhá y
El Meco fueron además de centros comerciales, entidades políticas y religiosas
importantes.
Desde épocas
anteriores algunos asentamientos habían cobrado importancia como el caso de
Xelhá, que parece haber sido un puerto importante bajo el control de Cobá
(250-900 n.e.) que fue el centro rector del norte de Yucatán. En tanto, en el
sur de Quintana Roo, asentamientos como Kohunlich tuvo una larga ocupación,
desde el 500 a.n.e. hasta el 1100 n.e., como lo documentan entre otros
vestigios el sobresaliente Edificio de los Mascarones del Clásico Temprano.
Mientras que Dzibanché constituyó una
capital regional con un papel protagónico en el ambiente político de las Tierras
Bajas del sur durante la misma época.
TABASCO
El primer
viajero que visitó sitios arqueológicos de Tabasco fue Désiré Charnay. Entre
1880 y 1883 hizo interesantes observaciones como el hecho de notar una
diferencia jerárquica entre centros primarios y secundarios como Bellote, Ceiba
y Jonuta. En 1925, Frans Blom, en compañía de Oliver La Farge, realiza una
expedición auspiciada por la Universidad de Tulane, Nuevo Orleans, en la cual
visitan La Venta, Tortuguero, Jonuta, Comalcalco y otros sitios más.
Estas
primeras investigaciones −junto con la de Teobert Maler− sirven de soporte al
desarrollo actual de la arqueología de Tabasco. En la actualidad se sabe que
varios reinos importantes del Clásico maya (250-900 a.n.e.) tuvieron asiento en
el oriente del estado de Tabasco, donde los ríos Usumacinta y San Pedro Mártir
dieron forma a los ricos suelos donde se asentaron las antiguas comunidades.
Sitios como El Arenal, Reforma, Santa Elena, Tortuguero, Pomoná y Tiradero,
sobresalen por los vestigios de su arquitectura, escultura e inscripciones.
El
desciframiento de los extensos textos escritos señalan las complejas
relaciones, a veces hostiles y en otros casos pacíficas, que tuvieron los
sitios tabasqueños con los poderosos vecinos de Palenque y Piedras Negras y con
sitios más distantes como Toniná, Yaxchilán y Calakmul. La zona del Usumacinta
jugó un papel muy importante porque enlazó
las relaciones comerciales y políticas entre la costa del Golfo, el área
de Palenque y el Alto Usumacinta, con el corazón de las tierras bajas mayas del
sur.
Hacia la
parte final del Clásico (600-900 a.n.e.) se fundan centros mayores y menores en
el Bajo Usumacinta y toda la cuenca del San Pedro y San Pablo, como sería el
caso de Jonuta y Comalcalco. Este último fue una importante cabecera política
perteneciente a la esfera palencana y marca el límite occidental del área maya.
La ciudad destaca por la monumentalidad de los edificios construidos con
ladrillos cocidos y tierra, materiales que sustituyeron la ausencia de rocas en
la llanura de aluvión.
Aunque
Comalcalco logró prolongar su esplendor unos siglos después del gran derrumbe
de los centros del Altiplano y de las tierras bajas, finalmente también sufrió
las consecuencias del desajuste del periodo y fue abandonado. La caída de este
y otros sitios de la costa pudo ser consecuencia de la presencia de grupos del
centro de México quienes llegan a la planicie de Tabasco donde encuentran un
comercio floreciente y una agricultura próspera especializada en la producción
de cacao.